N. 64 (2020): COLOQUIO - TELEDUCACIÓN
Ante la grave crisis mundial que atraviesa toda la humanidad por causa de la pandemia del COVID-19, los gobiernos han tenido que tomar medidas extremas para poder afrontarla. En algunos casos acertadas, otras polémicas y algunas erróneas que han conducido a agravar los problemas de las naciones. El impacto que ha generado esta crisis se dirige a varios ámbitos, tales como el económico, político, social, humanitario y, por supuesto, el educativo.
La educación y su estructura de escuelas, colegios y universidades han tenido que suspender las clases habituales y presenciales durante algunos meses para preservar la salud de sus estudiantes, docentes, personal administrativo y empleados, y así evitar un contagio masivo. Ante esta situación se han debido buscar nuevas alternativas para impartir las clases, contando con el compromiso permanente de los docentes y estudiantes. En palabras del profesor Jorge Noro: “la tradición de más de mil años ha cerrado las puertas y ha promovido otras formas de educar, aprender, transmitir los conocimientos y facilitar recursos a sus estudiantes”. Consideramos que es el momento de cambiar las formas de educación para crear las nuevas escuelas, colegios y universidades que necesita la población en beneficio del desarrollo humano.
Por ahora, tenemos una nueva alternativa que ha venido a solucionar en parte la crisis educativa: la teleeducación, a la que definimos como una enseñanza a distancia, flexible e interactiva, que permite el uso de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, aprovechando los recursos y facilidades que ofrece Internet. Presenta ventajas como el acceso a la información de personas que se encuentran aisladas geográficamente o que tienen dificultades físicas; fomenta el aprendizaje autónomo de los estudiantes bajo la supervisión del docente; personaliza el aprendizaje, tomando en consideración las distintas capacidades, conocimientos e intereses de los alumnos y permite la actualización permanente de materiales y contenidos, entre otras. Sin embargo, no podemos olvidar que los docentes debemos fomentar el espíritu crítico y reflexivo de los estudiantes, que no pueden convertirse en simples reproductores de contenidos, siendo indispensable inculcar y reforzar el compromiso de ética, responsabilidad, solidaridad y aprender a valorar las oportunidades a las que no todos tienen acceso, algo que la tecnología no puede solucionar.
La Universidad del Azuay, ante esta situación, se encuentra preparada para este nuevo reto, con personal docente y administrativo en continua capacitación y actualización, en búsqueda de nuevas estrategias, tales como la implementación de la tecnología y todos los recursos que esta ofrece, para que faciliten el proceso de enseñanza aprendizaje. Para esto, la universidad cuenta también con su Campus Virtual que viene funcionando desde hace algunos años, y que, hoy en día, se ha extendido su uso a todas sus facultades y carreras, pensando en el beneficio de sus estudiantes y la comunidad académica en general. Tenemos una nueva y dura misión y la vamos a cumplir satisfactoriamente.